lunes, 26 de abril de 2010

oOoOo...DiO!!

A veces un hombre y una mujer se dejan arrastrar por la dinámica de una discusión, aunque ninguno de ellos desee hacerlo. Es la propia inercia del discurso quien los dirige, no su voluntad.
Como si las palabras cogieran carrerilla y se desbocaran, obligándoles a decir cosas que desearían no haber dicho nunca. Pero cuando se dan cuenta ya es demasiado tarde como ahora.

1 comentario:

  1. A veces el deseo de discutir viene desde dentro y no se puede reprimir, acechando, buscando una apertura para poder salir mostrar nuestra realidad interior. La realidad es que existen personas que están hechas para estar juntas, otras, por el contrario, están destinadas a nunca poder estar juntas.

    que suerte que yo nunca discuta con nadie!!!

    ResponderEliminar